viernes, 2 de junio de 2017

¿SABEMOS HABLAR?

Bienvenidos de nuevo a este blog de risas.

Me gustaría haceros una pregunta: Todos sabéis lo que es un pleonasmo ¿verdad?... Sí, hombre… esa figura retórica, sinónimo de batología o redundancia y opuesta al oxímoron, derivada de la Tautología, que pertenece al grupo de figuras de dicción… ¿no?... A ver… esa que consiste en utilizar intencionadamente palabras innecesarias que no añaden nada nuevo a la comprensión del lenguaje… Ahora sí ¿no? ¡Madre mía!  Básicamente quiere decir… que hablamos mal. Pero muy mal.

A continuación, os voy a poner un texto en el que, quizás, encontréis alguno.

Una persona humana, que llevaba una peluca postiza, con el falso pretexto de autosuicidarse, dio un portazo a la puerta y bajó escaleras abajo, deambulando sin rumbo. Su vecino, un funcionario público aterido de frío y con mala inquina, que había conocido por primera vez en el acceso de entrada del garaje, y que había previsto con antelación que la protagonista principal de esta historia, intentaría erradicar de raíz sus problemas, improvisó sobre la marcha un regalo gratuito y le dio una sorpresa inesperada. Aunque eran polos opuestos, el funcionario insistió reiteradamente en que la protagonista debía olvidar su utopía inalcanzable y, dándole el ticket del regalo por si quería descambiarlo y amenazándola con el puño cerrado, intentó que entraran adentro. En ese preciso instante, llegaron homosexuales y lesbianas que les rodearon por todas partes. Un accidente fortuito, hizo que el funcionario cayese por un hueco vacío provocándole pequeñas hemorragias de sangre. La de la peluca lo vio todo con sus propios ojos. El desenlace final fue que hubo varios muertos que fallecieron y que la protagonista, visitó al psicólogo con la cita previa que ya tenía y éste le recetó que bebiese líquidos. Al final del todo, no pudieron hacer la autopsia del cadáver porque el funcionario seguía vivo.”


¿Y bien? ¿Habéis visto alguno o sencillamente es así como habláis.... vale, hablamos, muchos de nosotros?

Resultados:

"Persona humana": Todas las personas son, necesariamente humanas, a no ser que sean tu suegra o el señor de Hacienda.
"Peluca postiza": Sin comentarios por lo evidente.
"Falso pretexto": Los pretextos siempre son excusas falsas, así que, si eso es una falsa excusa falsa, quiere decir que es verdadera ¿no?
"Autosuicidarse": Vamos a ver... o te autosuicidas tú a tí mismo... o ¡ya me contarás! 
"Portazo a la puerta": Hombre, se podría dar un portazo a la ventana, pero... no es lo mismo. No suena igual.
"Bajó escaleras abajo": Yo he intentado bajar escaleras arriba y es dificilillo.
"Deambulando sin rumbo": Más de lo mismo. Deambular ya lleva implícito que es sin rumbo. Entonces... ¿qué? ¿Deambula dos veces? ¿Bideambula? ¿Redeambula? ¿Biredereambula?... ¡Agggg!
"Funcionario público": ¡Esta sí que es buena! ¿Alguien conoce a algún funcionario privado?
"Aterido de frío": ¿De qué más se puede uno aterir?
"Mala inquina": La inquina ya de por sí es algo malo... es que ni siquiera suena bien pero, como en el caso del falso pretexto, ¿se podría decir que si dices algo malo de una cosa que ya es mala de por sí, se convierte en algo bueno?
"Conocer por primera vez": Eh... y cuando le conociste por séptima vez ¿qué? ¡No tiene sentido!
"Acceso de entrada": No hay acceso de salida. Punto. El acceso es para acceder, para entrar.
"Previsto con antelación": Prever es ver antes, pero si encima lo haces con antelación... lo mismo resulta que lo ves mucho antes de que te estés dando cuenta de que lo estás viendo ¿no?
"Protagonista principal": El protagonista siempre es principal. Los demás son secundarios.
"Erradicar de raíz": Si es que su mismo nombre lo indica: erradicar-raíz, erradicar-raíz...
"Improvisó sobre la marcha": Esta es graciosa. No existe otra forma de improvisar. Os lo digo yo que, ahora mismo, es lo que estoy haciendo.
"Regalo gratuito": Esta no la tengo muy clara, porque yo he recibido a veces regalos que luego me han salido muy caros.
"Sorpresa inesperada": Hombre, a mí me gustan más las sorpresas esperadas, porque así luego no tengo que fingir mucho que me he sorprendido.
"Polos opuestos": Sencillamente no hay polos equivalentes. Sólo los de fresa, que si no eres demasiado exquisito con los sabores, te da igual que sea de limón.
"Insistió reiteradamente": Pero... si ya ha insistido... ¿por qué seguir ahí erre que erre?
"Utopía inalcanzable": Existe una, que yo sepa. Y si no, que se lo pregunten a Penélope Cruz y a Tom Cruise.
"Descambiarlo": Esta es la mejor. Y además, la que más veces utilizamos. ¡Si cambias, cambias; pero si descambias... te quedas con lo mismo!
"Puño cerrado": Intenta mantener el puño abierto. Luego me cuentas.
"Entrar adentro": O salir afuera... como veas.
"Homosexuales y lesbianas": Vaaale... entonces, si las lesbianas no son homosexuales.... ¿qué son?
"Rodearon por todas partes": ¿Se puede rodear sólo por una parte? ¿Y por media parte?
"Accidente fortuito": A ver... que también existen los accidentes provocados... ¡Ah, no! que esos ya son crímenes con premeditación y alevosía.
"Hueco vacío": Vacío está hasta que alguien lo llena. Pero entonces ya no hay hueco.
"Hemorragias de sangre": ¡Hay que ver cómo sois! También puede haber hemorragias de..., o de...., vale, creo que sólo de sangre.
"Verlo con sus propios ojos": Siempre y cuando no coja los del vecino....
"Desenlace final": Hombre..., también podría estar el desenlace al principio pero sería como hacer spoiler.
"Muertos que fallecieron": Yo... saldría corriendo si no hubiesen fallecido.
"Cita previa": Una cita ya está citada de antes; así que... ¿para qué hacerla previa? Es como si tuvieses que jugar cuartos de final antes de llegar a la cita real.
"Beber líquidos": Claro... ¿Qué quieres que beba? ¿Sólidos o gaseosos?
"Al final del todo": Es que como hubiese sido al final del principio, nos habríamos quedado sin enterarnos de nada.
"Autopsia del cadáver": ¡Madre mía! ¿Se puede hacer la autopsia de un vivo?

Bien... si ya sabíais todo esto, espero que, al menos, os haya hecho reír y si no... ¡aplicaos un poquito!... que nuestro idioma es único y merece la pena saber utilizarlo correctamente.

Y, hasta la próxima entrada y sea el día que sea... ¡¡¡Feliz Fin de Semana!!!


miércoles, 31 de mayo de 2017

2ª PARTE DE "MI PRIMER DÍA DE GIMNASIO"

En la clase éramos veintisiete mujeres y dos hombres: uno, Máxi, el supermonitor, con un cuerpo de esos que te hacen pensar en lo que es capaz de hacer Dios cuando está contento y por el que, por supuesto, babeaban todas las féminas presentes; y el otro… el otro, casi era “otra” que también babeaba. De las veintisiete mujeres, veinte no llegaban a los treinta; cinco eran las “pécoras team”, que ya no cumplirían los cincuenta y, en medio de esa jauría, estábamos Maribel y yo, las intermedias.
Lo siento, pero la clase fue horrible. Me quedé al fondo para pasar inadvertida, pero Máxi se empeñó en colocarme delante (como era nueva). Las “pécoras team” me fulminaron con la mirada, mientras las veinteañeras me inspeccionaban por encima del hombro. El… “otro”, o lo que fuese, se acercó a mí con la intención de echarme a un lado para ir ganando terreno, lo que provocó que me tropezase en varias ocasiones, que pisase a no sé cuántas… “compañeras” y que, al final, tras un mal disimulado empujón de una de las cincuentonas, acabase cayendo encima de Máxi. Y ahí estaba yo: a cuatro patas sobre él, totalmente transpirada y con el rimmel cruzando mi cara a su libre albedrío.
Salí de allí corriendo y me fui al vestuario, muerta de vergüenza y seguida por Maribel.
-¿Estás bien?-me preguntó-No les hagas ni caso. Son como niñas.
-¡Qué vergüenza!-contesté.
-De verdad, no te preocupes. Máxi ya está acostumbrado. Siempre que viene alguien nuevo hacen lo mismo, pero pensé que, al ser mi amiga te dejarían en paz. Lo siento. Mira, ahora vamos a ir a la clase de Pilates y ya verás cómo te relajas ¿vale?
Al menos, lo que había sudado, tanto por la clase como por el disgusto, me había hecho olvidar de la pesadez del desayuno.
La clase de Pilates era otra cosa: todo el mundo estaba en silencio; cada uno en su colchoneta, en su espacio… hasta que la monitora, una niña monísima, llamada Tania empezó a hablar:

-Inspiro abriendo las costillas-y yo… “que abra ¿qué?
-Espiro…-“¿Se puede saber qué significa eso?...¿que me tenía que morir?”
-Contraigo esfínter, escápulas atrás…-“¡Si yo no tengo nada de eso!”
-El cuello largo pensando en crecer…”¡¿Qué chorrada es esa?!”
-Cierro costillas, redondeo zona lumbar y bajo. “Pero… ¡¿En qué idioma habla esta tía?!”
Tania se acercó a mí y muy… “dulcemente” me agarró por los hombros, tiró de ellos hacia atrás y yo temí que acabase juntándolos. Quiso estirar tanto mi cuello que creí que acabaría desenroscándolo del tronco. Después, se puso detrás de mí y colocó sus manos por debajo de mi pecho, intentando llevar mis costillas hacia los laterales, provocándome mil millones de cosquillas y consiguiendo que me doblase hacia delante con sus manos enganchadas aún en mí. En ese preciso momento, entró en clase Máxi,  que venía a coger unas mancuernas.
-¡Sí que vienen con fuerza las nuevas!-dijo riéndose.
Yo no sabía dónde meterme.
Tania, al oír la voz de Máxi, giró la cabeza bruscamente y sus manos se soltaron… “involuntariamente” de mis costillas. Y la fuerza de la gravedad hizo el resto; es decir, que yo cayese de morros contra el suelo y con el culo en pompa.
-¡Uy, perdón!-dijo Tania, sin dejar de mirar a Máxi con cara de embobada.
“¿Uy, perdón?”, ¿eso era todo lo que tenía que decir? ¡Que me acababa de pegar un piñazo impresionante y mi nariz empezaba a parecerse a una berenjena!
-¡Madre mía! ¿Estás bien?-Máxi, sin hacer caso de la cara de atontada de Tania, se acercó corriendo a mí-Ven conmigo. Voy a curarte eso.
-Fi no fafe fagta… franquilo-“¡¿Era yo la que hablaba así?!”
Máxi me llevó a la enfermería, ante las miradas reprobatorias de todas… y digo TODAS, las mujeres del gimnasio, que habían salido del resto de las clases al oír el alboroto.
Entramos en la enfermería y Máxi me ayudó a sentarme en la camilla justo en el momento en que mi nariz comenzaba a sangrar como si fuese un río con vida propia y toda mi camiseta se empapó de rojo.
-Voy a quitarte esto-me dijo mientras me sacaba la camiseta por la cabeza, con tal rapidez que no me dio tiempo a recordar el museo de los horrores que aparecería debajo.
Yo cerré los ojos, espantada. No quería mirarle a la cara y comprobar que se estaba muriendo de risa por mi aspecto, o de asco por mi físico, o de superioridad por el suyo… pero… resultó que sólo oía su respiración y cómo trasteaba por la sala; así que, decidí abrir un ojo. Muy despacio. Después el otro. Y comprobé que ni siquiera me miraba. Únicamente prestaba atención a mi nariz.
-¡Menudo golpe! ¿Te duele mucho?-asentí-Vaya introducción a la vida deportiva que has tenido-me encogí de hombros-Bueno, esto ya está arreglado-y colocó un enorme algodón en uno de mis orificios nasales para que dejase de sangrar.
En un momento en que se agachó para guardar el agua oxigenada en el botiquín, pude ver mi imagen reflejada en el cristal de la puerta. ¡Daba miedo!: la coleta se me había deshecho, el rimel corría sin un trazo definido por mi mejilla derecha y se mezclaba con los tonos morado y violeta que empezaban a definir mi enorme nariz, de la cual sobresalía un no menos gigante tapón de algodón. Al bajar la vista, la cosa se ponía más interesante: mis pechos se perdían en la inmensidad de aquel top desgastado y el resto de mi cuerpo reposaba, capa sobre capa, encima de la camilla, dejando colgadas, como si de dos palillos se tratase, aquellas ridículas piernas.
Quería llorar. Quería irme de allí y no volver jamás. “A lo mejor… podría cambiarme de ciudad”.
-Si quieres… te acompaño a casa-se ofreció Máxi y… por supuestísimo, en mi cara se descubrió una perplejidad absoluta-No me gustaría que te fueses con la sensación de que en los gimnasios todos somos iguales.

Y… bueno, aunque al principio, en mi cabeza, en cuestión de siete segundos, se había creado una historia de amor, con final feliz de los de comer perdices y esas cosas…, resultó que Máxi, a pesar de estar como un queso, de ser un tío sensible, inteligente y educado… pues… no… me acababa de llenar, no… era mi tipo. ¡Vaaaaale! En realidad, yo no le gustaba; pero consiguió que volviese al gimnasio, que le fuese tomando gusto al deporte, e incluso que me apuntase a algún curso de perfeccionamiento. ¿Qué cuando ocurrió todo eso?

Hará unos siete años. Desde entonces, soy la recepcionista del gimnasio.

Y, hasta la próxima entrada y sea el día que sea... ¡¡¡Feliz Fin de Semana!!!

lunes, 29 de mayo de 2017

MI PRIMER DÍA DE GIMNASIO

He pensado que quizás os apetecería comenzar la semana con buen humor. Espero arrancaros unas cuantas risas... si no es hoy, tal vez mañana.
. . .

Recuerdo que hacía una semana que me habían despedido del trabajo. Mi jefe me llamó al despacho y me dijo algo así como que me estaba haciendo un favor, que yo merecía un puesto de trabajo mejor donde me valorasen más y que él ya no podía permitirse pagarme; así que, con todo el dolor de su corazón, me dejaba libre para que encontrase mi camino. Él, mientras, se resignaría contratando a una... joven, veinte años más... joven que yo.
Me pasé toda la semana sin saber qué hacer, o a dónde ir ni a quién llamar. Nunca había estado en paro y eso me pillaba por sorpresa. Al final, llamé a mi amiga Maribel, que siempre sabía lo que había que hacer, y me dijo:
-Pero… ¡eso es genial! Ahora podrás hacer un montón de cosas. Tómate un año sabático. Te lo mereces. Llevas toda la vida trabajando. Disfruta un poco y, dentro de un año, si eso, empiezas a buscar algo.
-Vale-contesté-Y ¿qué hago?
-Pues… si quieres… vente mañana conmigo al gimnasio y luego vamos programando el resto del día.
A la mañana siguiente, el sol se coló por las rendijas de la persiana de mi dormitorio, produciéndome un leve cosquilleo en los brazos, que me hizo despertar. Abrí los ojos y absorbí la energía y el calor; inspiré profundamente y sonreí. Todo apuntaba a que iba a ser un día especial.
Quería comenzar una nueva vida y quería hacerlo bien. Esta vez, me tomaría muy en serio lo del gimnasio, así que la noche anterior decidí que lo primero que tenía que cambiar era la alimentación. Busqué por Internet la receta para un desayuno saludable, pero, por supuesto, no contaba ni con la mitad de los ingredientes. Pensé (¡ingenua de mí!) que no pasaría nada si los sustituía por otros similares:
- Un huevo cocido y hummus. El huevo cocido… sin problema; pero… el hummus… ¿puré de garbanzos con zumo de limón?... Bueno, los nutricionistas sabrían más que yo, así que, cogí un bote de garbanzos ya cocidos y los machaqué junto con el zumo. Resultado:… ¡asqueroso!
- Una rebanada de pan de semillas con una cucharadita de margarina orgánica. El pan de molde normal, el de toda la vida, reemplazó al de semillas, pero, eso sí, le unté mantequilla y mermelada de ciruela que, aunque no es orgánica, va muy bien para el organismo.
- Un plátano envuelto en pipas de girasol. ¡Menos mal que encontré en casa una bolsa de pipas “Tijuana”!. Las pelé (y también se pelaron mis labios con la sal) y rebocé el plátano con ellas. Sinceramente… me pareció una guarrería.
- 150 mililitros de yogurt griego con dos cucharadas de chía (dos cucharadas… ¡¿de qué?!) y media tacita de fresas. Sólo encontré en la nevera un flan de vainilla, al que eché semillas de lino que utilizaba para el estreñimiento. No tenía fresas, pero me zampé dos cucharadas de mermelada de arándanos en compensación.

Había quedado a las nueve con Maribel. Aún disponía de una hora para “digerir” todo lo que había introducido a presión en mi estómago, si conseguía no vomitarlo antes. “¡¿En serio esto es lo que se desayuna normalmente para hacer deporte?!”, pensé, “supongo que, después… no se comerá… ¿no? ¿o sí?”
Sujetándome la barriga y arrastrando los pies, me dirigí al dormitorio para vestirme con el supermodelito deportivo que tenía guardado en el armario desde hacía… desde que hice la Primera Comunión (más o menos). La malla, de un antiguo y ahora dudoso color azul, me entró sin problemas (¡bien!) y el top… bueno, me quedaba un poco grande, pero con un sujetador con relleno, no se notaría demasiado. La imagen que me devolvió el espejo no se correspondía, para nada, con la que se había creado en mi mente. Esa… “tripa”… ¡¿era de verdad mi tripa?! Si se… desparramaba, literalmente, sobre la descolorida malla; y por detrás, la cosa no mejoraba: ¡¿cuándo mi culo se había elevado al cuadrado?! y el top… ¡Madre del amor hermoso y Virgen de la pata a rastras! El top se había dado tanto de sí que ni metiéndome dos pelotas de tenis lograría llenarlo por completo. ¡Un desastre!
Cuando llegó Maribel, ya estaba pintada, peinada y con una enorme camiseta de marca encima del top. Lo siento si puedo parecer muy pija, pero yo siempre he vestido de marca: camisetas de Pepsi, gorras de la Caja Rural y cosas así. Y, al menos, tapaba mi cuerpo desde el cuello hasta los muslos.
-¿Lista?-me preguntó Maribel ilusionada.
-Lista-contesté respirando hondo y con una gran sonrisa falsa.
-Creo que podríamos empezar con una clase de Zumba. ¿Qué te parece?-me preguntó mientras conducía de camino al gimnasio.
-Bien, porque… tengo que bajar el desayuno. Lo que pasa es que a mí no se me da muy bien bailar.
-Tranquila. Lo importante es moverse y reír. ¡Ah! Un consejo: no te pongas en la fila de delante. Ese es el sitio de las “pécoras team”.
-¿De quién?
-Verás: son las que llevan en el gimnasio desde antes de que lo construyesen, y piensan que tienen todos los derechos del mundo, entre los que se encuentran el de criticar o el de corregir. Aunque también tienen cosas buenas. Por ejemplo: se saben las coreografías incluso antes de que el monitor las prepare, así que te puedes fijar en ellas para no perderte. Y NUNCA NUNCA se ponen enfermas, con lo cual siempre hay clase de Zumba.
-Bueno, yo me pongo a tu lado y ya está ¿vale?

Continuará...

Y, hasta la próxima entrada y sea el día que sea... ¡¡¡Feliz Fin de Semana!!!