jueves, 19 de octubre de 2017

TODA MI VIDA ES CUESTIONABLE

Hace poco me compré un piso y no me dieron la canica que les dan a todos los demás vecinos y que echan a rodar por las noches. Pero me da igual, porque yo, cuando me voy a la cama, me meto en el quinto y no en el cuarto e intento dormir en la cómoda, aunque tiene poco de confortable. Mi marido se desvela y por solidaridad me dice: “Cariño, no puedo dormir” y yo le contesto: “Ya… y te jode que yo sí ¿no?” Así que acabo despertándome y nos empeñamos en parecer glamurosos desayunando en la cama pese a lo incómodo que es, con una magdalena que se ha puesto dura y una galleta que se ha vuelto blanda. 
Salgo a estirar las piernas, aunque no sé para qué, porque al volver no han crecido. Paso por el supermercado y no entiendo por qué el pan de molde es cuadrado si el chopped, el salami y la mortadela son redondos. ¿Será culpa de los tranchetes? 
Mientras espero en la caja rápida que siempre atiende la cajera más lenta, me da tiempo a preguntarme ¿por qué las ciruelas negras son rojas cuando están verdes?, ¿por qué las bailarinas van siempre de puntillas?... ¿no sería más fácil contratar bailarinas más altas?, ¿por qué las cajas de las pizzas son cuadradas si las pizzas son redondas? o ¿por qué venden los panecillos para perritos en paquetes de seis y las salchichas en paquetes de ocho? ¡Ah, claro!... Será para que los profesores de matemáticas tengan la oportunidad de explicar la ley de Mínimo Común Múltiplo a sus alumnos. Y si esto está probado matemáticamente ¿podría de esta manera averiguar cuántas vidas le quedan a mi gato? 
 Al llegar al portal, y, como todos los días, vuelvo a intentar sacar el correo por la ranura del buzón, aún a sabiendas de que lo único que voy a conseguir será pelarme los nudillos. Entro en casa, me meto en el baño y me miro al espejo. ¿Por qué tengo ojos de gallo en los pies y patas de gallo en los ojos? “¿Qué peculiaridad tienen los gallos para jorobarme de esta manera?”  Encima soy incapaz de pintarme el rimmel con la boca cerrada, del mismo modo que mi marido no puede cerrar la suya cada vez que mira al techo. “¿Por qué has mirado al techo al leer la frase anterior?”

Suena el teléfono y justo cuando voy a cogerlo… cuelgan. Y me quedo ahí mirándolo durante unos segundos como si el aparato tuviera la culpa. Busco a mi gato y no le encuentro. Como las cosas aparecen en el lugar que menos te esperas, espero que aparezca en Wichita. Sin embargo, lo hace en la cocina con una tostada untada de mantequilla atada a la espalda. Y aquí es donde se enfrentan la ley de Murphy y la ley de las probabilidades: Si los gatos caen siempre de pie y las tostadas con mantequilla caen siempre por el lado en que están untadas, ¿qué pasará cuando mi gato salte? 
Me duele la cabeza, así que cojo una caja de medicamentos que volteo y volteo y que, al final, siempre acabo abriendo por el lado del prospecto. Para intentar relajarme enciendo la televisión y no entiendo la manía que tienen los guionistas de poner una película justo en medio de los anuncios. Una película doblada (así que sólo veré la mitad) y sin sentido: “Un policía arresta a un mimo… ¿estará obligado a decirle que tiene derecho a permanecer en silencio? Como el mimo se resiste, el policía intenta dispararle… (¿debería utilizar un silenciador?) y le deja malherido”.  Malherido… claro… ¿Qué será dejar a alguien…bienherido”? 
Decido irme a trabajar ya que soy abogada y como enloquezca, voy a perder el juicio. Cojo el coche y tengo que parar en una gasolinera porque necesito utilizar el baño que está cerrado con llave. ¿Por qué? ¿Acaso temen que la gente los limpie? 
Llego a mi oficina y para aparcar el coche necesito apagar la radio ¿Qué pienso? ¿Que, si apago la radio, el coche se hará más pequeño o el hueco de aparcamiento más grande? ¡Brujería unida a la palanca de cambios! Encima me pongo a buscar en la guantera… ¡y nunca hay guantes! Lo que sí hay es una muda limpia por si ocurre un accidente. ¿Qué pasa? Que si no la llevas… ¿no te atienden? Al final, acabo entrando en un callejón sin salida. Y si es un callejón sin salida ¿podré salir por la entrada? Pues todo depende de dónde esté la otra mitad del medio ambiente o a qué distancia se encuentre el horizonte. Por fin subo a mi oficina para hacer frente y dar la espalda a varios casos que me acosan:  
-Si un español medio pierde alrededor de 3 calcetines al año y los multiplicamos por toda la población española, eso supone un total de 120 millones de calcetines perdidos. ¿Dónde están?
-Si ocho de cada diez personas usan bolígrafo para escribir ¿qué hacen las otras dos con el bolígrafo? 
-Si entramos en una tienda a comprar ropa, ¿por qué lo que más nos gusta es siempre lo más caro y además no queda de nuestra talla?
Todo esto me satura, pero… ¿a dónde va una cuando la sacan de sus casillas?
Y, hasta la próxima entrada, y sea el día que sea... ¡¡Feliz Fin de Semana!!