miércoles, 16 de agosto de 2017

COMO PARA FIARTE DE LOS MÉDICOS - CAPÍTULO 1

Me estoy planteando pedir un cambio de pediatra; pero me da un poco de apuro porque la que tengo ahora es una mujer que debe tener entre... sesenta y noventa y ocho años (no sabría decirlo con exactitud), "superagradable" con los niños y, sobre todo con nosotras, las mamás. Lo que ocurre es… que ¡encima! no acierta mucho con los diagnósticos. 
Y no lo digo por decir. Juzgad vosotros mismos. A las pruebas me remito:
Hace una semana, tuve que pedir cita para mi hijo el mayor, porque tenía unos dolores terribles de tripa.
-¡Mamá! Tengo unos dolores terribles de tripa (¿lo veis?)
-No te preocupes, cielo. He pedido cita con la Doctora Lastrés.
-¡Uy, mamá! Fíjate: ya casi no me duele-me dijo el pobre, mientras se retorcía al intentar sujetarse la tripita.
-Venga, cariño… hay que ser fuerte. Será sólo un momento.
Total, que, a las cinco menos cuarto, cogí a mis dos hijos y nos fuimos a la consulta. Al poquito de llegar, se acercó una mujer joven con un carrito y preguntó:
-Perdón… ¿Sonia Lastrés?
Y una señora mayor que estaba sentada a mi lado, le contestó:
-¡Uy hijita! Llegas muy tarde. Son ya las cinco.
-No, no… que si es la consulta de la Doctora Lastrés.
-¡Y yo qué sé!-contestó como si se acabase de transformar en Mr. Hyde-¡¿Tengo yo cara de saber de quien es cada consulta?!-¡Baja y pregunta en recepción!-y mirándome a mi, añadió-¡Menuda juventud!
La mujer joven me miró y yo, levanté una mano y giré un poco la cabeza, como diciéndole: "Déjala; que seguro que está chocheando. Y no te preocupes que ésta es la consulta que buscas. ¡Ah! y no te sientes ahí que esa silla está rota".
Y por algún extraño sortilegio del destino que no acabo de entender, nos atendieron enseguida: sobre las siete y veinte, más o menos.
Víctor… (Víctor es mi hijo. El mayor. El pequeño se llama Hugo… Sí, ya lo sé: cosas de mi marido… ¡qué le vamos a hacer!) Bueno, pues Víctor casi tuvo que reptar para entrar en la consulta, del dolor tan intenso que tenía. Y una vez dentro, la doctora preguntó canturreando:
-¡A ver!... ¿Quién es el enfermo?
Víctor desde el suelo estiró un brazo y con un hilillo de voz contestó:
-…Yo…
-Muy bien, mamá…-dirigiéndose a mí- y ¿qué le pasa a este vaguete?
-Pues…parece que le duele un poquito la tripa-contesté, ayudando a mi hijo a incorporarse.
-Estos niños de hoy en día no aguantan nada-comentó suspirando la doctora-Anda… ven-le dijo a Víctor-túmbate que te voy a auscultar… ¡Pero en el suelo no!
El pobre había vuelto a caerse al sentir la proximidad de la licenciada.

Entre Hugo y yo conseguimos levantarle y, como pudimos, le tumbamos en la camilla. Yo le subí la camiseta, la doctora empezó a masajear el abdomen de mi hijo y éste comenzó a retorcerse aún más de dolor.
-Mira mamá-de nuevo dirigiéndose a mí-esto, seguramente sean sólo gases. Si presionas así…-y apretaba con los dedos mientras Víctor chillaba-puedes notarlo, aunque…mira, si presionas así…-y otra vez y a mi pobre hijo se le saltaban las lágrimas de dolor-…Nada. Esto no es nada-concluyó dándole unos cuantos golpecitos más en la tripa. Y mi hijo se incorporó de golpe y acabó sentado en la camilla; no sé si por el mismo dolor, o para que la doctora dejase de apretarle.
-Entonces… ¿qué hacemos?-pregunté.
-Lo mejor es la comida china-contestó como si fuese la cosa más normal del mundo.
-¡¿Qué?! ¿Me estás diciendo que le recetas a mi hijo comida china?
-Pues sí-afirmó-Yo, cuando era pequeña, tenía muchos gases y mi madre empezó a darme comida china y…se me pasaron. De golpe.
-Pero…Si cuando usted era pequeña no había chinos-dijo Hugo lo suficientemente bajo como para que sólo le oyera yo. Y, aunque en circunstancias normales, ese comentario me habría parecido una grosería… en ese momento no pude regañarle porque tenía razón.
-Mira… Sonia… -comencé a decir-No es que dude de tu profesionalidad, pero es que recetarle comida china al niño…
-¡¿Quién es aquí la doctora?!–me dijo un poco enfadada.
-Vale, vale. Disculpa –me disculpé-Y… ¿alguna preferencia en cuanto a la comida? ¿”Rollitos de primavera”, “Ternera con bambú y setas chinas” o “Cerdo agridulce”?
-No. No. Nada de eso. Arroz. Sólo arroz.
-Pero… ¿”Arroz tres delicias”?

-¡Sí, hombre! Tiene el niño la tripa como para que le andes con delicias. Sólo arroz. Estas madres… -me miró como por encima del hombro-Anda... Llévale a casa y que se acueste y si sigue así… pues… le llevas a Urgencias.

Y así nos despachó.
...Continuará
Y, hasta la próxima entrada y sea el día que sea... ¡¡¡Feliz Fin de Semana!!!

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